Ok

En poursuivant votre navigation sur ce site, vous acceptez l'utilisation de cookies. Ces derniers assurent le bon fonctionnement de nos services. En savoir plus.

Eje Futuro - Page 31

  • Cuando los clandestinos se hacen inexpulsables. La Colonización de Europa

    Como en Italia en 1998, donde, siguiendo el mal ejemplo de Francia, se procedió a una ola de regularizaciones, para " tener la paz con los ilegales" (siempre la política del avestruz), las regularizaciones (ilegales y derogatorias) de clandestinos tienen como resultado siempre animar nuevas llegadas de más ilegales.

    Por otra parte, las regularizaciones hacen descender el número de las expulsiones legales. ¿No es más barato a corto plazo de regularizar que encarcelar? ¿para qué expulsar por avión con lo que cuesta? ¿Np es menor dejar correr al clandestino? Tras el asunto de los "ilegales de San Bernardo", donde los  clandestinos habían ocupado una iglesia parisina con acuerdo del párroco, que había conmocionado a los medios de comunicación, tras algunos desalojos tumultuarios, combinados con detenciones de delincuentes clandestinos multirreincidentes que habían sorprendido a la conciencia de los defensores de los derechos humanos en Francia, en Bélgica, en Austria, podemos decir en lo sucesivo que no sólo los europeos no se atreven ya a aplicar sus propias leyes, muy laxistas por otra parte, o el control sobre las fronteras, sino que tampoco se atreven a expulsar a la casi totalidad de los bres colonos venidos del Tercer Mundo, ¿verdad?
    clandestinos. ¿Aplicar la ley es "inhumano", sabe usted? La ley, la democracia, la voluntad del pueblo quedan burladas, evidentemente, pero estamos acostumbrados, ya que se emplean precisamente para "cambiar de pueblo".

    Tras las regularizaciones de junio de 1997, las expulsiones en la frontera de ilegales o de extranjeros delincuentes, como medidas de alejamiento, disminuyeron del 40 % en los doce meses siguientes. En 1996, 43.861 sentencias de expulsión han sido pronunciadas por la justicia y 12.330 cumplidas de facto, es decir, apenas un 28 %. En 1997 y 1998, la cifra de las expulsiones efectivas se hundió, cayendo a 7.200 según el Ministerio del Interior. El índice de ejecución de sentencias quedó en torno al 25%, por tanto la administración y la justicia "ya no se atreven a ejecutar sentencias de expulsión". No podemos  expulsar a los po
    Chevènement dio instrucciones precisas a los prefectos a finales de 1998 para que "sin papeles" no fueran inquietados ni siquiera cuando estuvieran en posesión de una convocatoria administrativa para examinar su petición de regularización. Incluso si se trata de delincuentes. Cuanta clemencia... Los múltiples recursos jurídicos de los "sin papeles" amenazados por una despedida en la frontera, son reforzados y ayudados por los medios de comunicación, por sus abogados, por las asociaciones, se benefician de plazos demasiado cortos de retención administrativa, negándose con frecuencia a confesar su nacionalidad, apoyados también por la conmiseración de jueces de izquierda, por la negativa de los pilotos a embarcarlos a la menor crisis simulada de nervio, todo lo cual contribuye a hacerlos inexpulsables de hecho..

    Sin cesar se conceden moratorias que Le Monde califica de "prácticas generosas" con las que se obsequia a todos los que empiezan una huelga de hambre, o fundan "colectivos", ayudados por curas y por militantes trotskistas. Empieza entonces un "recurso jerárquico", al término del cual el 80% salen regularizados sin importar que se trate de delincuentes multireincidentes. Especialmente si son africanos o magrebíes, pero no polacos o serbios.

    Actualmente, la mayoría de los extranjeros presentes en los centros de retención son clandestinos recién salidos de prisión. Pasando el plazo legal de detención, serán puestos en libertad en territorio francés. La camarilla inmigracionista se subleva contra la "doble pena" (aplicada, sin embargo, en todos los países del mundo) y conforme al derecho internacional público y al principio de las nacionalidades inscrito en la Carta de la ONU: un extranjero condenado, tras salid de prisión al término de su condena inmediatamente pasa a ser expulsable. Esta regla se aplica a todos los europeos condenados en otros continentes y es objeto de acuerdos de reciprocidad, pero no es aplicable en Francia, el "país de los derechos humanos". Pagamos caro este eslogan revolucionario estúpido y pronunciado entonces de manera completamente abstractamente y gratuita: "todo hombre tiene dos patrias, la suya y Francia".

    Los medios de comunicación, con Le Monde, Libération, Franc 2 a la cabeza cuentan sin cesar las historias edificantes de estas falsas víctimas, perseguidas por el moloch de una administración y de una policía supuestamente racistas. Sin evocar jamás su inexpulsabilidad de hecho. Un delincuente extranjero clandestino expulsable arrestado por la pólice estará mucho más protegido por camarillas diversas y asociaciones que el francés de origen que no pagó sus tasas, arrestado, en un aeropuerto. ¡Además, las pocas expulsiones en la frontera (¡hasta no el 10 % de las nuevas llegadas de clandestinos!), no son eficaces: los colonos expulsados vuelven menos de un año después, tal como muestran las estadísticas de las condenas del Ministerio de la Justicia, donde la proporción de los "resucitados" es impresionante.

    *  *  *

    Observaremos la organización por los inmigrados mismos de "colectivos de sin papeles", a partir de 1998, que no vacilan en desafiar abiertamente el estado de derecho y ocupar por la fuerza edificios civiles. Se imponen, provocan, colonizan jugando sobre los buenos sentimientos, sobre la piedad de las poblaciones europeas. "No somos unos flujos migratorios, tenemos cada uno nuestra vida y nuestra historia", dice una de las octavillas del "tercer Colectivo".

    En lo sucesivo, los clandestinos, advirtiendo la complicidad de sus colaboradores y la mansedumbre del Estado, pasarán a la ofensiva y abiertamente se burlarán de las leyes. Los inmigrados se organizan para imponer por la fuerza la presencia definitiva de los clandestinos, siempre en nombre de estos derechos humanos que tienen tan anchas las espaldas, evidentemente.

    Quien podrá negar, después de todo eso, que no se trata de una colonización deseada e impuesta a los pueblos europeos.

    *  *  *

    Y siempre, en la primera fila de los colaboradores encontramos a la jerarquía católica, que pone tanto ardor en desfigurar a la civilización europea como los primeros cristianos que destruyeron el patriotismo romano; pero también, hombro con hombre, encontramos a los Verdes, estos pseudosecologistas. 

    Los Verdes no se interesan por la lucha contra la polución: ciertamente prefieren las centrales térmicas o de fuel-oil a las centrales nucleares, pero su principal proyecto político en Europa es la apertura generalizada de fronteras a la inmigración, el "papeles para todos". En Alemania, obtuvieron en 1998 del gobierno del triste Schröder la naturalización casi automática, con derecho a la doble nacionalidad para los extranjeros instalados desde ocho años antes, reemplazando así el derecho de la sangre por la peligrosa fórmula francesa del derecho del suelo. "Los Verdes alemanes lamentan sobre todo, anota Jean-Paul Picaper en Le Figaro (16/11/1999), que los socialistas limiten la inmigración".

    En materia de etnomasoquismo y en materia de colaboración con los colonizadores de Europa, los Verdes alemanes son los mejores. Pero gracias al trotskista Cohn-Bendit, Dany le Rouge, repintado de verde, tiene émulos en toda Europa.

    En el curso de la campaña para las elecciones europeas de 1999, la apertura de las fronteras a toda inmigración y la regularización de los clandestinos estaban en el centro de las exigencias de Cohn-Bendit, Nöel Mamère y Dominique Voynet, junto a las presiones que ejercían sobre Jospin y a su estrategia de "fascisación" del pobre Chevènement. El 10 % de proposiciones para defender el medio ambiente, el 90 % para defender a los inmigrados, el 0 % contra el paro y el empobrecimiento. Dominique Voynet, ministro de medio ambiente, dirigió un "llamamiento al sentido común" a su gobierno, publicando un comunicado que precisaba simplemente: "la regularización de sin papeles se hace cada día ineludible, por generosidad o por realismo".

    Con esto todo está dicho. Generosidad y realismo; pseudoderechos humanos y fatalismo. El desciframiento semántico de este mensaje da: "todo clandestino que entra en Francia tiene el derecho a quedarse allí por el simple hecho de formular la petición; aunque esto contravenga a la ley y la viole". Este género de declaración no cae en oídos sordos. Esta debilidad de las autoridades hacia los clandestinos, estos lagrimeos de los medios de comunicación hacia sus "desgracias", estas ayudas humanitarias aportadas gratuitamente a los "sin papeles", mientras son negadas a los europeos de origen en la miseria, constituyen para los candidatos a la entrada a Europa un estímulo poderoso. 

    Por todas partes en el Tercer Mundo, se están pasando la consigna: "Los europeos no se defienden, les damos lástima, no se atreven a expulsarnos, podemos ir pues a su casa ilegalmente sin gran riesgo". Siempre en la historia, una falta global de firmeza y de virilidad atrajo las agresiones y las invasiones.

    Sobre todo de poblaciones que, por razones etno-culturales respetan sobre todo el lenguaje de la fuerza y desprecian el de la conmiseración

  • El Papa Francisco: Primer agente de la inmigración y la islamización

     

    El Papa Francisco pretende ser el heredero de San Francisco de Asis, el amigo de los pobres. Quiere moralizar a la Iglesia y volver al cristianismo de los orígenes. Representa el ideal de la caridad. El problema es que esa postura angélica es muy peligrosa y desconectada de la realidad.

    En el verano del año pasado el Papa estuvo en la isla de Lampedusa. Es la puerta de entrada de miles de inmigrantes ilegales africanos que llegan a Europa. Muchos de ellos se ahogan en su periplo marítimo de 140 kilometros desde Túnez, principal puerto de salida de estas oleadas humanas. En 20 años habrían fallecido en esas circunstancias unas 20.000 personas. Desde principios de 2013, unos 8.000 clandestinos llegaron a Lampedusa. Eso era antes de que la Marina de guerra italiana se pusiera, por orden de la UE, a recoger en alta mar a todos los inmigrantes que se lanzan a la aventura en el Mediterráneo, en la llamada “Operación Mare Nostrum”. Ahora llegan decenas de miles cada mes. Tanto ahora como antes ninguno de los que llegan a territorio italiano es expulsado. Por el contrario son dirigidos hacia tierra firme, desde donde se desparraman en todas las direcciones, con destino al resto de Italia y Europa en general. Estos vienen a engordar las filas de la inmigración/colonización masiva en marcha del continente europeo.

    En su visita a la isla, el 8 de julio de 2013, el Papa dirigió un mensaje a los inmigrantes clandestinos, pero también a los europeos, que podemos calificar de demagógico e irresponsable.

    Reproduzcamos algunos pasajes, propiamente alucinantes, del discurso del Papa, antes de hacer su análisis:

    “Estas embarcaciones que, en lugar de llevar a la esperanza de una vida mejor, les ha conducido a la muerte (…) ¿Quién es el responsable de la sangre de estos hermanos y hermanas? Todos respondemos así:” No soy yo, serán otros pero no yo”. Pero Dios pregunta a cada uno de nosotros: “¿Dónde está la sangre de tu hermano que grita hacia tí?” (…) La cultura del bienestar nos lleva a pensar solamente en nosotros y nos vuelve insensibles a los gritos de los demás. Esta nos conduce a la la mundialización de la indiferencia, la que nos ha privado de nuestra capacidad de llorar”.

    Estas palabras vienen a decir que los europeos son los responsables de la muerte de esas personas que se embarcan en tales peripecias. Obviamente, los propios interesados no tienen ninguna responsabilidad en lo que hacen. La culpa, claro, es de los europeos, que no han pedido ser invadido por nadie ni han llamado a esta gente para que se instalen masivamente en sus países y les traigan todo tipo de problemas y desórdenes. El discurso del Papa se parece, en esto como en tantos otros temas, al discurso de los dirigentes europeos que odedecen las consignas de los que buscan arrasar Europa mediante un tsunami migratorio que haga irreversible la pérdida de la cultura europea y las identidades milenarias de sus pueblos autóctonos.

    El Papa también exhortó a los habitantes de la isla, inundados por las continuas llegadas de los ilegales africanos, a “preservar en su solidaridad humana y cristiana”. Los invitó a rezar par “tener un corazón puro que abraza a los inmigrantes”. Y añadió: “Dios os juzgará sobre la manera con la cual habréis tratado a los más necesitados”.

    El mensaje para los europeos es claro: “Abrid vuestras fronteras a todos los inmigrantes del mundo, en particular a los africanos. Tenéis que tomar conciencia de vuestra responsabilidad y de vuestro deber de acoger a estos refugiados”.

    Acerca de las consecuencias de esta exigida generosidad que recae (no exclusivamente pero si preferentemente) sobre las espaldas de los más desfavorecidos de nuestras sociedades supuestamente opulenteas, el Papa no quiso obviamente decir una sola palabra. Con desear el bien en el mundo para todos y todas y que llueva café en el campo, ya ha cumplido con su tarea. Los inmigrantes, por su parte, no parecen que deban tener ninguna responsabilidad en lo que hacen ni deber para con nadie. Estos existen y están aquí para que otros se hagan cargo de sus necesidades sin nunca tomar sus propias responsabilidades en mano. En definitiva: unos menores de edad a perpetuidad que los europeos deben adoptar, cuidar, alimentar y proteger.

    Pero conviene hacer unas puntualizaciones. En primer lugar no se trata de refugiados perseguidos (en la gran mayoría de los casos), sino de colonos clandestinos. No es que tratan de escapar de alguna situación de violencia o peligro o buscan mejorar sus condiciones económicas de vida (que muchas veces si), es que nos están colonizando, y encima con nuestra complacencia y nuestros recursos. Estamos pagando nuestra propia destrucción. Ahora lo hacemos con dinero y medios materiales, mañana será con sangre y con la pérdida de nuestro lugar bajo el sol.

    El discurso del Papa es una incitación a la invasión migratoria de Europa, y eso en nombre de la caridad cristiana. Es igualmente una empresa de culpabilización de los europeos, lo que es una injusticia flagrante. En efecto, pues resulta que sólo es en Europa donde los nativos se muestran tan generosos (peligrosa e inconscientemente generosos) con los inmigrantes y demás refugiados, al punto que no se expulsa prácticamente a ninguno de estos ilegales y apenas si se le ponen trabas para que no nos invadan.

    Las palabras del Papa reflejan por otra parte lo que piensan tanto la jerarquía católica y la clase política y mediática inmigracionista, a las cuales les importan muy poco las poblaciones europeas originales, sobre todos las clases populares que padecen esta colonización de su tierra. Esta ideología, que es en realidad una supuesta caridad, es responsable de los dramas que generan a diario esta inmigración masiva a costa de las poblaciones autóctonas y de enventuales guerras que sin duda provocará esta colonización incontrolable.

    El ejemplo que ha dado esta alta autoridad que es el Papa es lamentable. Pero hay algo más grave aún y además cargado de simbolismo: son sus palabras de una ingenuidad y un angelismo increíble ante el islam: “Deseo dirigirme en pensamiento hacia los queridos inmigrantes que empienzan el ramadán, deseándoles abundantes frutos espiritules. La Iglesia está cerca de vosotros en la búsquedad de una vida más digna para vosotros y vuestras familias”.

    Con esas palabras el Papa incita, ni más ni menos, a esta religión/ideología intrusa y extraña a acentuar su empresa invasora de Europa. Eso en el momento mismo en que los últimos cristianos de Orente están siendo perseguidos, oprimidos o expulsados de casi todos los países musulmanes, ante el silencio culpable o los hipócritas lloriqueos de rigor de un Vaticano más preocupados de los derechos de los homosexuales o de multiplicar los gestos de simpatía y hasta de sumisión a musulmanes (y a judíos y hasta a masones) que de velar por sus ovejas degolladas. En los medios islámicos algunos deben reirse bastante ante tales muestras de estúpida debilidad, tanto intelectual como doctrinaria.

    En todo caso, esto aclara las cosas y las hace comprensibles más allá de toda duda: la Iglesia se ha convertido en un agente principal de la colonización y la islamizacion de Europa. Algún dia tendrá que responder por ello.