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  • La nueva cuestión racial y étnica. Psicoanalisis de un secreto de familia.

     

    " Un hecho refutado se establece primero como tabú, luego en evidencia irreprimible, en tentación insuperable, antes de explotar como liberación. " 
    Sigmund Freud  
     
    Al final del siglo XXI, dos palabras-bomba explotan: raza y sexo. Dos imanes, dos tabúes. El antirracista está obsesionado por la raza como el cura puritano por el sexo. Hoy, el sexo por otra parte se ha desinhibido totalmente, representando una especie de gigantesco desfile industrial mientras que la raza es velada, disimulada. Pero en realidad esta disimulación esconde una presencia obsesiva del concepto.

    El antirracismo ha devenido, no solamente un dogma meta-religioso, sino que también una forma perversa o inconsciente de racismo, en todo caso el signo de una obsesión racial. ¿Pero qué es en el fondo el racismo? Nadie sabe muy bien definirlo. Como todo pecado, como toda palabra atrapada por una gran carga emocional, la palabra misma ha perdido toda significación. Se confunde generalmente con la xenofobia y se habla, por ejemplo, del "racismo" mutuo de los serbios, de los croatas, de los albaneses, a pesar de que se trata de conflictos nacionales y religiosos y no raciales. Se habla también de "racismo anti-homos".

    Posicionamientos interesantes son aquellos de Claude Lévi-Strauss en su ensayo Raza e Historia y del Zulú Kredi Mutwa, autor del famoso ensayo Mi Pueblo, que fue la más pertinente crítica del Apartheid sudafricano como del modelo de la sociedad multirracial. Pero esta fue igualmente la opinión de Léopold Sedar Senghor, que teoriza las nociones de "civilizaciones negro-africanas y albo-europeas". Estas opiniones serían hoy clasificadas como gravemente incorrectas.

    Sus tesis se unen en varios puntos: 1) La diversidad biológica de las grandes familias de poblaciones humanas son un hecho irrebatible: esta diversidad es una riqueza, y es el zócalo de civilizaciones diferentes.. 2) Negar el hecho racial es una equivocación intelectual muy peligrosa, ya que vuelve a negar una de las bases más importantes de la antropología e instaura el concepto de "raza" como verdadero tabú, en paradigma mágico, y en consecuencia se acaba tratándolo como una realidad banal. 3) El antirracismo obsesivo lleva al racismo como el puritanismo a la obsesión sexual; una sociedad multirracial es necesariamente multirracista. No se puede hacer cohabitar sobre el mismo territorio y en el seno de la misma atmósfera de civilización más que aquellas poblaciones que son biológicamente semejantes, poseyendo una diferencia étnica mínima.

    Globalmente, las tesis de Lévi-Strauss, de Kredi Mutwa y de Léopold Senghor concluyen en que la humanidad no es un ciclomotor y que no funciona con mezcla.

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    Se destaca el hecho siguiente: la ideología oficial niega el concepto de raza mientras la impone, la reconoce y la fortifica en todas partes.

    La sociedad francesa no reconoce el hecho racial pero quiere imponerse a el, primero viéndose proclamado por los propios inmigrantes. En los suburbios y en las ciudades, los franceses de origen son generalmente calificados de quesitos blancos y, siendo un hecho todavía más revelador, de Galos. 

    Las razas son supuestamente inexistentes y no se corresponden a ninguna realidad, pero nunca estuvieron tan presentes como cuestión social de envergadura. Es bastante evidente que las "razas puras" no existen y que este concepto no posee sentido biológico, ya que toda población hereda una filogenia muy diversa. Pero lo cierto es que el "hecho racial" existe, del mismo modo que las razas. Incluso una población mestiza, incluso una sangre-mezclada, se debe al hecho racial. Se ha podido incluso decir que en América del Sur y en las Antillas, el intercambio genético ha creado nuevas razas. Los antirracistas, que niegan la realidad del concepto de raza, son por tanto favorables al "mestizaje"; se postulan a favor de la "mezcla de las razas", de las cuales niegan su realidad. ¿Entonces es que creen que es posible mezclar aquello que no existe?

    De manera perfectamente dogmática, se esfuerza en demostrar "científicamente" que las razas no existen y que la modificación del substrato biológico de Francia no implica ninguna influencia, o que incluso son positivas. Esta es la tesis ambientalista del "todo cultural", de la cual ni siquiera sus propagadores creen demasiado en serio. 

    Por un lado, la ideología oficial niega la existencia de las razas humanas, conservando sólo las diferencias cromosómicas individuales, como sostienen Albert Jacquard, Yves Coppens o Hervé Le Bras, pero por otro lado, la ley prohíbe las discriminaciones " en nombre de la pertenencia o no a una raza, una etnia o una religión". Es necesario determinar entonces: ¿Existen o no existen entonces las razas?

    Teniendo en cuenta la lógica aristotélica o leibniziana, nos movemos en el absurdo: se castiga a quien comete un delito a propósito de un objeto jurídico que se supone por otro lado que no existe ni de hecho ni de derecho. Por un lado se proclama la inutilidad de las discriminaciones raciales, y de otro lado se ponen en marcha políticas comunitaristas de cuotas y de favoritismos raciales. De un lado se castiga en base a "discriminaciones raciales" (según una única interpretación por otra parte) y por otro lado se niega las "diferencias raciales". En síntesis, para la ideología oficial, la noción de raza se parece a una especie de demon metafísico, de liberación obsesiva (igual que el sexo en el caso de los puritanos) que al mismo tiempo existe sin existir, y, en realidad" se asume como evidente y como presencia tan poderosa y pesada que la represión es necesaria para evitar la tentación y la subversión", tomando una fórmula de Freud respecto del complejo de Edipo. 

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    Tanto el Islam como el cristianismo no dan importancia oficialmente a la noción de raza. El concepto no aparece de modo explícito, pero de nuevo vuelve a aparecer de modo implícito. En el Islam, por ejemplo, los creyentes norafricanos son en todas partes considerados inferiores, incluyendo en las grandes peregrinaciones. En Israel, a pesar de su gran fuerza de cohesión étnico-social que representa su pertenencia al judaísmo, que es más en un Estado plagado de conflictos endémicos con los Árabes musulmanes, las tensiones raciales entre ciudadanos de orígenes diferente no cesa de agravarse. 

    Como en toda materia, el dogma de la negación absoluta es tan ridículo como el de la afirmación absoluta. Como toda realidad antropológica, y, generalmente natural, el hecho racial no es un "hecho absoluto", pero es un hecho. Su negación actual por la ideología oficial dominante constituye el signo y la prueba (casi psicoanalítica) de que la cuestión racial ha devenido fatídica. Toda civilización enferma tiende a censurar la realidad de su enfermedad y a hacerla tabú. No se habla de la cuerda en la casa de un ahorcado.

    La ideología hegemónica se esfuerza por hacer un trabajo de silenciamiento, que pretende disimular, pero sin éxito, la existencia de un secreto de familia.

    El sociólogo negro sudafricano y de etnia zulu, Kredi Mutwa, escribió en su libro My People (Penguin Books, Londres, 1977, p. 246) " Negar las diferencias fundamentales entre los negros y los blancos, las dos grandes familias raciales de la humanidad, simplemente vuelve a negar la vida. Es tan estúpido como decretar que la masculinidad y la feminidad no existen. Se trata de una carencia del sentido común inherente al espíritu occidental. Por otro lado, el hombre negro parece más apegado que el hombre blanco a su personalidad racial, y naturalmente es reticente a imaginar la utopía de un "hombre universal"". 

    En el mismo sentido, Léonine N´Diaye,(Le Soleil, Dakar, 02/12/1987) : " Incluso si existen diferencias entre los pueblos de las naciones blancas -entre los hispanos y los nórdicos por ejemplo- y entre las etnias tribales africanas, un hecho permanece: globalmente la humanidad esta dividida en grandes familias en las cuales la personalidad es a la vez cultural y biológica". 

    Entre los africanos como entre los asiáticos, la naturalidad del hecho racial no supone ningún problema. Se reivindica tranquilamente. La negación psicótica del hecho racial en Europa se basa en la esperanza de que mediante su ocultación se podrá así lavar una especie de pecado original (el racismo) y creer al mismo tiempo una sociedad idílica, donde todos "los chicos del mundo se unan en un fraternal abrazo". Un verdadero sueño de tipo extraterrestre. 

    En la demonología contemporánea, el "racista" ha reemplazado al burgués o al patrón explotador de la imaginería marxista en cuanto a figura de "hijo de puta". Incluso, la sociedad sin razas ha substituido como sueño escatológico de la sociedad sin clases; la lucha antirracista ha reemplazado a la "justa lucha de clases"; la figura del inmigrante, de preferencia clandestina, ha tomado el lugar del obrero o del campesino explotado, o aquel del lumpen proletariado, como emblema del mártir, pero al mismo tiempo de Mesías. Las apologías delirantes de la burguesía de izquierda actual en favor de los inmigrantes se parecen de manera llamativa a aquellos que hicieron los obreros hasta los años setenta.

    Por otra parte, los más ardientes inmigracionistas son antiguos marxistas trotskistas o antiguos "curas rojos". Se asiste a una sustitución política: el razonamiento marxista (una clase oprimida se liberará de sus cadenas extendiendo su emancipación sobre la sociedad) se ha desplazado del campo social al campo racial. Se asiste en consecuencia a una racialización del discurso político dominante, según la predicción hecha por Bertrand de Jpuvenel durante los años cincuenta: " la cuestión racial devendrá la cuestión central". 

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    Durante el censo de población de 1999, el INSEE ha hecho todo lo posible por excluir a los inmigrantes. Los franceses no deben saber las verdaderas cifras. Está fuera de lugar en los formularios incluir cuestiones relativas al origen étnico o a la religión. Se limitaba a una "investigación paralela", respecto del origen de los parientes, sondeando solamente a una persona por cada cien y por cada departamento. Maz Clos consta en Le Figaro (05/03/1999) : " Un  sociólogo dijo que llamar la atención respecto de los caracteres étnicos o religiosos de una ciudad arriesga provocar reacciones racistas. Las personas pueden ser tentadas de confundir a la población de origen magrebí o africana y la inseguridad". ¡Menuda confusión! Como si "la gente" no se diese cuenta por sí misma de la realidad al bajar a la calle... Aún se corresponde a un buen ejemplo de desprecio del pueblo y de negligencia del poder hacia la santificada "transparencia democrática". 

    Para que el enfermo no conozca su fiebre, se rompe el termómetro. Cuando el poder niega que la inmigración es un cataclismo social y que se asemeja a una colonización de la población, hace como si la inmigración no existiera. Este argumento sería incomprensible en los países anglosajones, donde no existe tal tabú étnico y donde todos los censos especifican cuidadosamente el origen nacional y racial, del mismo modo que la adscripción religiosa de los individuos

    Michèle Tribalat, director de investigaciones en el Instituto Nacional de Estudios Demográficos, quien protestó contra esta censura, se vio acusado de "extremista" porque pensaba que era necesario conocer el numero aproximado de magrebís y de Africanos en Francia. El explicaba ingenuamente, no teniendo nada de cripto-fascista:: " por tanto, este es el único medio de poder aprehender los ghettos en ciertos barrios, de poder estudiar las eventuales discriminaciones en las contrataciones o en otros lugares". Resumiendo, esta bella alma antirracista, repleta de buenas intenciones, implícitamente se traiciona a sí misma de racista por sus amigos, porque ellos quieren "saber"...

    Hervé Le Bras, demógrafo próximo a Claude Allègre, ha acusado al instituto de estudios anteriormente mencionado de "desviación derechista", mientras que el instituto posee la notoriedad pública de estar compuesto de investigadores de izquierda. El denunció " un riesgo de discriminación en los censos si no tiene en cuenta los orígenes étnicos ". Luego de diez años, hace falta decir que el trabajo ideológico de Hervé Le Bras, militante inmigracionista de notoriedad, consiste en reducir al mínimo el peso de la presencia afromagrebí en Francia como las cifras de la baja natalidad europea, y de vilipendiar, con el ardor de un Gran Inquisidor, sus colegas demógrafos que osan publicar las verdaderas cifras. En 1992, Michèle Tribalat había atraído la ira de los lobbies políticamente correctos interrogando a los menores de las ciudades sobre sus parientes para conocer sus orígenes. Pero no está bien fundamentada ni es oportuno interesarse por la composición exacta de las poblaciones. Michel Jacod, jefe del departamento demográfico en el instituto de estudios reconoce: " Es un fenómeno cultural en Francia: las investigaciones étnicas son muy delicadas. Mientras que en Estados Unidos, se pregunta sin rodeos a la gente respecto del color de su piel. Incluso nosotros no podemos plantear cuestiones tales como "¿Es UD  cojo? o"¿Es Ud. paralítico?" . Se prefiere preguntar "¿Puede subir escaleras?"(Le Figaro, 08/05/1999). 

    En psicoanálisis, no se puede ocultar y reprimir lo que es realmente importante.

    Aún más significativo: en el censo, el Estado tenía miedo de que los sondeadores resultaran increpados en las "ciudades prohibidas", las "ciudades de no-derecho" que han devenido en suburbios étnicos, y ser agredidos como los agentes del fisco o los policías. También dicho instituto de estudios oficialmente ha preguntado a los  " representantes del censo de las poblaciones que viven en los barrios" para hacer el trabajo. Admiren por un momento el eufemismo expresado de otro modo, la de los magrebís, los negros, pero sobre todo no respecto de los blancos, sospechosos respecto de una población " que da pruebas constantes de desconfianza con las instituciones". Bonita contradicción: de un lado, el instituto de estudios niega el hecho étnico y racial rechazando tomarlos en cuenta en sus cuestionarios de censo, pero por otro lado reconociendo la gran importancia en la contratación en los suburbios típicamente afromagrebís los encuestadores de origen inmigrante. El instituto de sondeos cree desgraciadamente también en el riesgo de " eventuales amiguismos " entre los encuestadores y  sus correligionarios : con el objetivo de minimizar las cifras de la población y de ocultar a los clandestinos. Olivier Leguillon, responsable de los sondeos, admite:  " se puede imaginar que habrá menos allí que en otras partes. Se sabe que en las ciudades un número elevado de alojamientos son sobreocupados con respecto a lo que se declara y se presenta en los alquileres de apartamentos. Además, los clandestinos se esconden en el seno de ciertas familias. Sin duda nada de ello sale a relucir ". 

    La moraleja de la fábula es evidente. En primer lugar, los poderes públicos, además de por psicosis antirracista y tabúes étnicos para ocultar el fracaso de sus políticas migratorias, tienen la voluntad firme de ocultar las cifras de la inmigración. Pero al mismo tiempo, presa de la contradicción inherente a toda ideología fuera de la realidad, como lo demuestra los maquillajes del INSEE para poder sondear en las ciudades "prohibidas", reconocen el carácter étnico de la colonización de la población. Reconocen también implícitamente que las poblaciones, y sobre todo los clandestinos evidentemente, rechazan ser sondeados y trazados. En síntesis, los inmigrantes colonizadores como los poderes públicos colaboradores tienen la intención de ocultar frente a la opinión pública la amplitud de la invasión. Y es que, estando en una época mediática, donde la gente cree menos lo que ve que las falsedades de los medios que les inculcan, las estadísticas oficiales se arriesgan a asustar más que la realidad social experimentada. Pero un día la experiencia puede poner al orden del día todas las mentiras.   
     
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    Tenemos la tendencia a percibir la especie humana como una especie "aparte", que es impermeable a las leyes de la naturaleza. Y sobre todo en lo que concierne a los principios de la subdivisión biogenética. Como si el "hombre" fuera un poder divino, salvado de las desigualdades y las diferencias. Como si nosotros nos avergonzáramos de participar en el mundo vivo y en la unidad del cosmos, fuente de la infinita diversidad de formas.

    La antropología contemporánea rechaza igualmente reconocer los más serios testimonios que conciernen a los Almastys, identificados en el Cáucaso y en Asia central, estos seres mitad humanos, mitad simios que serían simplemente degeneración de los Neandertal. Esta reticencia es la misma que la de las sectas protestantes hacia el evolucionismo. El "Hombre" sería una especie providencial, única, venida de ninguna parte. 

    Las raíces de este antropocentrismo, de esta creencia en la "unidad biológica del género humano", de esta negación dramática de la diversidad racial de la humanidad, proviene de las grandes doctrinas y religiones monoteístas. El hombre se diviniza como Hijo de Dios, y consecuentemente, no puede ser divisible. Está radicalmente separado del reino animal y vegetal, de la Naturaleza. La Humanidad deviene una categoría trascendente. No obedece más a las leyes de la diversidad, de la desigualdad y de la tragedia que caracteriza a la vida.

    Estos dogmas han sido pulverizados por toda la medicina y la genética contemporánea: sí, el hombre pertenece también al reino de la vida de otras especies, no puede escapar. 

  • Privilegio racial y el pecado original del racismo. La Colonización de Europa

    Todos los pueblos del mundo tienen un derecho moral a defender su unicidad y su identidad étnica, pero esto no parece extenderse a aquellos del zócalo europeo. A estos últimos, se impone el imperativo de la dilución étnica. Como si fueran culpables, intrínsicamente, de existir. Seremos los blanqueadores de la Historia que hace falta diluir a toda prisa en el agua.

    Una de las consecuencias del etnomasoquismo es que el mínimo acto de defensa o de prevención contra las consecuencias de la inmigración es considerado como racista y en consecuencia calificado de penalmente culpable. Todo litigio entre un Europeo y un no-europeo tiende a volverse a favor del último ya que se le supone "víctima del racismo". Culpabilizados e incapacitados, los tribunales les dan la razón. Que se trate de peleas o de estafas, los no-europeos se benefician de un privilegio jurídico (y mediático) implícito. Son menos castigados que los autóctonos.

    Pero es más grave aún: los Estados están intentando proporcionar las "reglas de comportamiento antirracista". Se inscribe en la lógica de Ubu-Roi. En Gran Bretaña, en un informe para la Cámara de los Comunes respecto del funcionamiento de Scotland Yard, en febrero de 1999, Sir William Mac Pherson de Cluny, juez del Tribunal Superior, denunció que la organización está minado por un " racismo pernicioso e institucional". ¿Por qué? Simplemente porque en algunos raros conflictos de muerte de negros por blancos, en los cuales la causa verídica pertenece a los conflictos típicos de traficantes, la investigación policial había rechazado admitir que se trataba de crímenes racistas y había llegado a la conclusión que se trataba de asesinatos banales, sórdidos y crapulosos. Dicho de otro modo, el asesinato de un negro por un blanco no puede ser más que un crimen racista, pecado capital. El contrario no es así, evidentemente.

    Más impactante aún: el informe estigmatiza otra investigación sobre la muerte de un joven negro, Stephen Lawrence, ya que la policía no concluyó, por falta de pruebas, la culpabilidad de los cinco jóvenes blancos. No era correcto, "carecía de rigor" estigmatiza el informe oficial. Incluso sin pruebas deberían haber sido inculpados y encarcelados cinco blancos (violando el habeas corpus) ¿Por qué? Porque según explica Le Figaro (23/02/1999) "las deficiencias policiales no han permitido identificar a los presuntos cinco autores del delito, y que han sido denunciados como asesinos por el Daily Mail". Uno cree estar soñando: en materia de "crímenes racistas", las denominaciones de los periodistas son considerados por el Corte Supremo del Reino Unido como superiores a las investigaciones de la policía y de la justicia británicas. En materia racial, la prensa-basura es más fiable que Scotland Yard...

    Todo esto indica y confirma lo que se sabía ya: en la ideología hegemónica, se implantó la convicción subterránea, sutilmente destilada, de que el pecado de racismo es monopolio del europeo; vieja reminiscencia judeo-cristiana, el europeo está sufriendo el pecado original del racismo. Se deben de desarrollar muchos esfuerzos para ser perdonados, y su salud pasa por el mea culpa del etnomasoquismo. Los otros pueblos, ellos, se hallan exentos de esta mancha indeleble.

    Por otra parte, por sus errores, la prensa revela el estado de espíritu del entorno cuando se manifiesta que un acto racista ha sido cometido en contra de los europeos, y se habla de " racismo inverso". ¿Por qué inverso? Como si el europeo fuese intrínsicamente racista y los no europeos accidentalmente racistas. Una vez más, el antirracismo se manifiesta bien como la forma más sutil y más perversa de racismo.

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    Una ley ha sido votado recientemente, en Francia, y la misma en Inglaterra y en Bélgica que tiene por objeto combatir el " racismo en las contrataciones y en las ofertas de empleo". Se pueden presentar ahora denuncias por discriminación racial y en caso de rechazo en la contratación de un negro, de un mestizo, de un magrebí, de un asiático, etc. Idem en materia de rechazos al alojamiento por parte de un propietario. Lo cual plantea dos cuestiones: En primer lugar, se dirige hacia una política general de cuotas raciales. En consecuencia las discriminaciones en el otro sentido no son jamás perseguidos. Los pequeños anuncios de empleo (y matrimoniales evidentemente) estás sobrecargados de anuncios que excluyen a los europeos o que requieren, gracias a la fórmula excl., ("exclusivamente") la pertenencia obligatoria a la comunidad magrebí, musulmana, africana, etc. Nadie dice nada, evidentemente.     

    En otros dominios, como hablé en otra parte, los "empleos-juveniles" y sobre todo los empleos de "agentes de vigilancia" o "auxiliares de seguridad" son prioritariamente reclutados entre los jóvenes afro-magrebíes, a pesar de su ineficiencia demostrada. Idem para todos los empleos públicos en los barrios conflictivos. 

    Es inútil remarcar que en el conjunto de los países de África, de medio oriente, y de Asia, la discriminación hacia los Europeos no es perseguida y que no existe ninguna "ley antirracista" que los proteja.

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    En abril de 1999, SOS Racismo condenó por discriminación racial una discoteca (el Pym's en Tours) que había rechazado la entrada de cuatro jóvenes beurs - y en realidad los militantes de SOS racismo estaban al acecho en la discoteca. Comentando la decisión del Tribunal Superior de Tours (perfectamente contrario al derecho ya que un establecimiento privado puede rechazar a quien quiera), Malek Boutih, presidente asimilacionista de SOS racismo se vanagloria con énfasis: " La señal se lanzó. Por la primera vez, la juventud descendiente de la inmigración ha retomado su orgullo de ser francés, ya que ha sido en nombre de todo el pueblo francés que esta decisión ha sido tomada" (Libération, 1-2/05/1999). Las asociaciones de consumidores y de inquilinos son en la misma declaración, invitados a quejarse ellos también por "discriminación racial".

    Ahora bien, hace falta saber que un europeo de origen rechazado en una discoteca por una razón u otra, desestimado de un empleo o de una demanda de alojamiento no se beneficia de absolutamente ningún privilegio de recurso por "discriminación". Aún más: las discotecas africanas, los cafés árabes, las empresas dirigidas por los alógenos de todo origen, etc, que rechacen a los europeos autóctonos no son solamente sancionados, pero considerados además que actúan correctamente. Sólo el europeo de origen es obligado a "abrirse al otro", según la jerga, y la discriminación racial que lo concierne a el no es tenido en cuenta.

    Por otra parte, lo que se olvida comentar -tanto la ideología antirracista salida del pensamiento mágico y del angelicismo intelectual- es que los empresarios de discotecas que rechazan determinados jóvenes no lo hacen por razones "raciales" pero porque saben de experiencia -y del mismo modo que lo saben todos los jóvenes beurs o no- que el comportamiento de estos últimos genera peleas, tráfico de drogas, y que acaba con el cierre del establecimiento.

    Yo me involucré durante quince años en las discotecas a lo largo de toda Francia, Bélgica y Luxemburgo: me topé con un número impresionante de empresarios del mundo de la noche que eran de todos los orígenes, incluso algerianos o marroquíes, y que rechazaban la entrada en su local de bandas masculinas de beurs y de negros -excepción hecha de raros individuos con comportamiento cívico. ¿Son "racistas"? Los asiáticos mismos son perfectamente aceptados.  

    Bajo el pretexto de la lucha contra la supuesta discriminación racial hacia los inmigrantes, se trata en realidad de favorecerlos, en detrimento de los europeos de origen. Esta es la política actualmente aplicada por el gobierno francés, imitando las técnicas americanas de la "discriminación positiva"(affirmative action). Encarando el problema racial, la ideología dominante, igualitaria y antirracista contradice sus propios dogmas y reestablece los prejuicios racistas, contradiciendo su precepto de anonimato individualista y de meritocracia. 

    En 1998, el ministerio de Asuntos sociales de Martine Aubry decidió un " plan para luchar contra la discriminación racial en las contrataciones". Como si los empleadores, sistemáticamente racistas, seleccionaran a los candidatos en función del color de su piel.. Así en 1998, 13.000  " jóvenes descendientes de la inmigración o pertenecientes a barrios conflictivos" han sido "apadrinados" en su búsqueda de empleo por los poderes públicos, y 30.000 en 1999. Se trata de realizar contrataciones forzosas, basado en el modelo de los "empleos-juveniles" presionando a las empresas o a los municipios. Este "apadrinamiento" es financiado a cargo del contribuyente, a través de los "programas de inserción" Traces, Nouveau Départ y del plan nacional de Acción por el Empleo. Como en el caso de los handicaps físicos, se viene entonces a imponer cuotas de jóvenes inmigrantes en las contrataciones. Implícitamente los poderes públicos y la ideología hegemónica antirracista los consideran en consecuencia como handicapados sociales. Este es el racismo anti-racista en su estado bruto.

    De este modo, un africano o un magrebí que no paga su alquilar deviene inexpulsable, porque sería "racista" expulsarlo.

    La ideología igualitaria se desmorona en el inigualitarismo discriminatorio. Y sobre todo la ideología antirracista deviene el mejor vector del racismo. Oficialmente, las "razas" no existen, los jóvenes inmigrantes no son una "raza" diferente de la de las demás, ¡pero el no promoverlos no se debe al "racismo"!! Busquen el error.

    En realidad son sus débiles productividades, el débil nivel profesional y el porcentaje importante de incivismo que hace que los empleadores rechacen a los afro-magrebís, y no en ningún caso debido a razones "raciales". Una empresa contrata a cualquiera que sea eficaz, sin consideración por su supuesta "raza". Igualmente, es la tasa elevada de alquileres impagados y de degradación, o de problemas relativas al entorno -todas reflejadas estadísticamente- que incita a los propietarios a firmar contratos sin consideraciones raciales.