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  • La escuela de la ignoranacia:una crítica marxista a la "nueva pedagogía".

     

    Jean-Claude Michéa pertenece al grupo de filósofos franceses marxistas heterodoxos, que cuestionan sinceramente algunos de las especulaciones marxistas más tradicionales, sin que ello implique desconsiderar los criterios básicos, tanto teóricos como prácticos, de Carlos Marx. En ocasiones estos profesores universitarios se acercan a postulados propiamente anarquistas y antiautoritarios, pero enseguida se cohíben y retroceden -¡aún a costa de perder toda coherencia y honestidad intelectual!- al comprobar la abismal diferencia que separa a una y otra sociologías, sobre todo, en lo que se refiere a la actitud frente al Estado y la política institucional. Una y otra vez estos autores tropiezan en la misma piedra de su maestro: la exaltación del Estado Fuerte y la conquista del Poder político, como solución a los problemas y modos del régimen capitalista. Llegan a describir el laberinto con precisión, pero no aciertan a salir de él

    Esta situación es particularmente evidente en este librito sobre el papel de la Escuela y las sucesivas reformas educativas en la moderna sociedad capitalista y su progreso globalizador que, por otro lado, arremete contra el izquierdismo progresista post-68, al que acusa de colaborador necesario del Mercado capitalista y ser su instrumento ejecutor en la delicada tarea de producir la ignorancia general.

    Pocas veces puede comprobarse como en este caso, un contraste mayor entre la capacidad para describir brillantemente una institución social (las reformas escolares y planes educativos en las sociedades capitalistas más progresadas) y la confusión sobre los fenómenos que la hacen posible y están en la raíz de su éxito.

    Según Michèa las sociedades industriales llevan décadas realizando reformas educativas -al estilo de la LOGSE o la actual Ley de Calidad de la Enseñanza, en España- con el objetivo manifiesto de convertir los centros de enseñanza en un dramático dispositivo para producir ignorancia en los escolares, en un contexto de banal alegría y frivolidad sin parangón posible. Una ignorancia que destruya todas las formas de relación social, costumbres, valores, hábitos, “arcaísmos” o convicciones persistentes en la sociedad y que, de algún modo, suponen un freno para el avance del Mercado y su ley.

    Los gerentes del capitalismo reconocen abiertamente que su expansión depende de la desaparición de todos esos “arcaísmos precapitalistas” en aras del nuevo y único valor: el interés privado, que, por otra parte, resulta ser el interés menos humano, antisocial por definición. “La historia de los últimos treinta años es precisamente la historia de los esfuerzos prometeicos realizados por las nuevas élites mundiales para llevar a cabo esta sociedad imposible” [regida por un principio antisocial y devastador], con la inestimable ayuda de los sistemas educativos oficiales para hacer tabla rasa de viejas sabidurías y valores.

    Sin ningún rigor, Michéa considera a la agitación estudiantil del 68 en Francia, fundamentalmente libertaria, como el primer movimiento deslegitimador de esos “arcaísmos anticapitalistas” que, según el autor, habría que en cierto modo defender, pues “a modo de obstáculos, entorpecían la expansión ilimitada de la lógica mercantil”. La filosofía básica del 68 y sus seguidores, disolvente y anarquizante, vendría de perlas a los actuales burócratas ministeriales y expertos “educativos” para legitimar sus planes de embobamiento y producción de Ignorancia por la institución escolar.

    La acusación a los estudiantes y obreros del Mayo 68 por su filosofía y acción más libertarias de facilitar el acceso al poder en Occidente del “nuevo” capitalismo, por haber combatido enérgicamente las bases ideológicas y sociales del “capitalismo arcaico” -¡ciertamente, menos eficaz pero no menos espantoso y feroz que el actual!- recupera las tesis de la izquierda oficial del pre-68, estalinista o eurocomunista que a aquellas alturas ya estaba en babia social, anclada en partidos y sindicatos absolutamente inútiles para cualquier ideal de libertad, igualdad social e internacionalismo verdaderos.

    Sin embargo, contra lo que afirma Michéa, es mucho más probable que la conversión de la escuela en una post-moderna fábrica de estupidez o el éxito de la maquinaria del tittyainment (palabro propuesto por Zbigniew Brzezinski, consejero del presidente Jimmy Carter, para designar el “cóctel de entretenimiento embrutecedor y de alimento suficiente que permitiera mantener de buen humor a la población frustrada del planeta”), se relacionen más con la izquierda progresista institucional, secuela de aquella otra que vendió por un mal plato de lentejas la insurgencia del Mayo 68 ese mismo mes de mayo.

    C.P.

  • El islamismo es menos peligroso que el islam

    Por Guillaume Faye |

    La opinión que aquí expongo difiere de las ideas comúnmente aceptadas por la ideología dominante que mira el mundo a corto plazo y por el ojo de la cerradura. No voy a repetir aquí todos los hechos conocidos y difundidos por la marea mediática, sino voy simplemente al análisis, no emocional sino político. Estos son los 13 puntos de la tesis que defiendo: el verdadero peligro, es menos el terrorismo islamista que la islamización.

    1) Nos centramos en la amenaza islamista llevada a cabo por asesinos fanáticos, que cometen atentados bárbaros, del tipo Mohamed Merah (Toulouse 2012) o Mehdi Nemmouche (Bruselas 2013), y que pueden volver aguerridos y muy motivados de Oriente Próximo formados por el Estado Islámico. Pero el terrorismo, hay que recordar, nunca ha hecho enormes cantidades de muertos ni de destrucciones. Mucho menos en todo caso que los accidentes de carretera, las epidemias y las guerras. Ciego y muy mediatizado, el terrorismo golpea y paraliza la opinión. Pero es apenas una picadura de avispa. Hay algo mucho más grave que el islamismo terrorista, y es la islamización por abajo, como la humedad que carcome las paredes.

    2) Por el contrario, la violencia islamista genera paradójicamente un “efecto antiislámico”, ya que provoca una toma de conciencia contra el peligro de la islamización y la verdadera naturaleza del islam. Asímismo, todos los excesos de los musulmanes de Francia y de Europa, en su fase de conquista (Dar el-Arb) son creadores de una toma de conciencia: reivindicaciones, provocaciones, agresiones, mujeres veladas integralmente, disturbios, páginas y blogs yihadistas…

    3) Es por esta razón que los musulmanes inteligentes y astutos que quieren conquistar Europa a la chita callando (por la inmigración y la demografia) condenan todas las violencias islamistas estúpidas y todas las provocaciones de un islam fundamentalista y radical. Estiman esta actitud torpe, prematura y contraproductiva. Es un cálculo estratégico cauteloso y disimulado. A menudo sus condenas de los degollamientos de occidentales son simples lágrimas de cocodrilo.

    4) Únicamente los ignorantes creen que existe una diferencia entre islamismo e islam. Es simplemente una cuestión de grado, de fase, de estrategia del lugar y del momento en la lucha de conquista, la yihad que puede adoptar cualquier forma según las circunstancias y las necesidades. El islam es un bloque intolerante a todo lo demás. El islam moderado, laico o “corregido” por aggiornamento es una imposibilidad y corresponde a una fantasía de borrego occidental ingenuo que se deja atrapar en la trampa, como Caperucita Roja por el lobo disfrazado.

    5) La estrategia occidental consistente en ir a hacer la guerra y bombardear a los países musulmanes para erradicar los focos terroristas islamistas que nos amenazan (y para instalar una democracia incomprensible para esos pueblos) es una completa estupidez. No se nos ha perdido nada en esos países. Eso es contraproductivo y desembocará al empantamamiento militar y la derrota como en Afganistán y otros lugares. Y además provocará la fanatización de las masas musulmanas frente a los “cruzados”.

    6) La única solución sensata hubiera sido el “cordón sanitario”: bloquear toda inmigración arabomusulmana hacia Europa y establecer una seguridad seria. A partir del momento en que se ha dejado instalarse en Europa millones de musulmanes (sin contar los demás inmigrantes), hemos dejado entrar el lobo en en redil con las ovejas.

    7) Innumerables declaraciones de autoridades musulmanas en Europa y en todo el mundo, en perfecto acuerdo con las exhortaciones coránicas, llaman a una conquista de Europa, y particularmente de Francia, por el islam sunita. Estas llamadas no son efectuadas en nombre de una yihad violenta. Recomiendan una toma de proder progresiva, por abajo, gracias a la demografía y a los flujos migratorios. Francia está destinada, en su pensamiento, a convertirse en Dar al-Islam (tierra del islam). El resto de Europa seguirá después. Estas llamadas y este objetivo son difundidos en Internet y otros medios entre todos los musulmanes de Francia y de Europa y podemos estrar seguros de que no caen en oídos sordos.

    8) Hay dos elementos extremadamente preocupantes: no sólo la progresión númerica de europeos autóctonos convertidos al islam, sino también la islamofilia de las autoridades políticas y judiciales, la mayoria de las élites mediáticas y culturales, inconscientes o cómplices. El islam adquiere un estatus privilegiado y protegido y la “islamofobia” no es tolerada por el Estado “laico”. Mientras tanto la cristanofobia es ignorada y la judeofobia muy blandamente reprimida, sobre todo en función del origen de los culpables, generalmente musulmanes. Esta islamofilia oficial, síndrome de sumisión por adelantado, está preparando el terreno a la islamización generalizada.

    9) Se percibe una contradicción absoluta entre, por un lado, los esfuerzos desesperados, con medios militares de capa caída, para ir a combatir al exterior el yihadismo o para tratar de perseguir a los asesinos islamistas potenciales en Francia, y por otra parte, el increible apoyo a la implantación masiva y continua del islam en Francia. Eso es simplemente esquizofrenia.

    10) Los atentados islamistas son a corto plazo, claro está, algo horrible, pero estos permiten una toma de conciencia para definir el enemigo. Mucho más terrible es la perspectiva, en el transcurso del siglo XXI de la desaparición de Francia, su identidad milenaria, su ser. Las proyecciones demográficas (inmigración sin control y fomentada y la natalidad interior de las poblaciones extraeuropeas) son inquietantes. Idem para otros países de Europa. El islam no tolera nada fuera de sí mismo. Contrariamente a la pusilanimidad inconsciente de las ideologías occidentales, posee los defectos y las cualidades siguientes: memoria, tenacidad, intolerancia, hipocresía, paciencia, astucia, fanatismo abierto y violento o disimulado, simplismo dogmático, voluntad de dominación brutal. Su gran debilidad es que como toda fuerza de hegemonía primaria e implacable, teme el castigo y cae fácilmente en la cobardía cuando el equilibrio de fuerzas se invierte en su desventaja.

    11) No es el islamismo bárbaro y asesino del Estato Islámico lo que provoca el martirio de los cristianos de Oriente y su erradicación. Éste no hace más que completar su eliminación por el propio islam, en plena tarea desde hace varios siglos. Como nos advierten los propios cristianos de Oriente, nosotros los europeos debemos desconfiar: la misma suerte podemos correr mañana si nos dejamos colonizar por una inmigración de mayoría musulmana, sobre todo con la radicalización y el retorno a las fuentes del islam mundial. La convivencia con otra civilizción o con otras creencias es fundamentalmente inaceptable para el islam, salvo de manera provisional. Al final, hay que someterse o desaparecer.

    12) La cuestión que hay que hacerse es la de Carl Schmitt: ¿Quién es el enemigo? No el adversario, es decir el competidor (por ejemplo los EEUU), sino el enemigo. El enemigo es aquél que te amenaza y quiere tu perdición, a corto o largo plazo, aunque no te lo diga. El adversario sólo quiere debilitarte y ganar el partido. Hay que tener el valor de señalar el enemigo principal: el “terrorismo islamista” me parece un engaño, un señuelo, o más bien un avatar. Un avatar de lo que lo domina, inspira y motiva: el propio islam en su verdad ancestral.

    13) Acabemos sobre una nota positiva. Las poblaciones autóctonas (sobre todo en Francia) de las clases populares, las que están en contacto con la realidad y tienen sentido común, manifiestan una creciente rechazo contra la islamización y más allá de esta, contra la inmigración masiva descontrolada. Justo lo contrario que las élites, los grandes medios de comunicación y los partidos actualmente en el poder. Es una buena noticia. A condición de que eso desemboque sobre la convicción siguiente: la solución no pasará por negociaciones ni por las fantasías de la “integración”, sino por esta simple consigna: desislamizar Francia y Europa.