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  • LA SUPUESTA "SED DE INTEGRACIÓN" DE LOS "JÓVENES". La Colonización de Europa

    Los jóvenes inmigrantes serían las víctimas, no solamente de discriminaciones raciales, pero de un rechazo hacia sus "diferencias" por parte de una sociedad intolerante y, seguramente, de la crisis económica. Esta falsa afirmación, como las otras, no se resiste a un análisis.

    Las jóvenes generaciones afro-magrebís son mucho más violentos que sus mayores, quieren llegar a las manos. Esto constituye el fracaso total de la integración. Le Monde (20/05/1999) remarca que los jóvenes de 16 a 25 años son incluso más violentos que aquellos de 30. El pretexto de los tumultos se hace referir siempre el arresto, a las lesiones o muerte de un delincuente, luego de sus propias agresiones. Se trata siempre del pretexto mínimo, o la ausencia de pretexto legítimo respecto de los actos de violencia, es decir, hechos de guerra civil étnica. Los agresores se posicionan como víctimas; camuflan sus ataques en defensa. Como lo destacó el General Leborgne, la guerra comporta una importante dimensión lúdica, aquello que Konrad Lorenz percibió también, luego de Sorel y de Proud´hon. Los acosos de las bandas de jóvenes inmigrantes no se corresponden nada a la criminalidad o a la desesperación o a una "llamada al socorro" hacia una sociedad discriminatoria, pero de un juego de guerra (¿Y qué es la guerra sino la forma suprema de juego?), de una provocación hacia un enemigo que tarda en confesarse como tal.

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    La clase intelectual-mediática explica generalmente el incremento de la criminalidad de los inmigrantes y los problemas generales ligados a la inmigración por el racismo de los Franceses de origen. Las propuestas del etnólogo Frédéric Saumade son a este respecto piezas antológicas (fue entrevistado por Le Monde, el 20/05/1999). Intentaba con tesón explicar las explosiones de violencia étnica que devastan las ciudades de Camargue, después de 1995 como " la cohabitación de una burguesía local de pequeños comercios y de la pequeña propiedad básicamente, y un subproletariado de origen magrebí ".    

    El "etnólogo" completa esta descripción marxistoide por medio de la consideración siguiente: " Frecuentemente estos pequeños burgueses son de origen español o italiano de segunda o tercera generación. Son los más virulentos cuando denuncian los "delitos menores de los Árabes" mientras ellos o sus padres han sido objeto de los mismos desprecios que los Árabes hoy en día ".

    La confusión es total. Se destaca primero el desprecio hacia estos "pequeños-burgueses", resumiendo, de los "pequeños-blancos". Justo después, se les hace culpables e implícitamente racistas por "denunciar los delitos de los Árabes". ¿Y si estos delitos son reales, como atestiguan todos los reportajes de Le Monde? ¿Hace falta, por tanto, callarse porque de hecho sean "árabes"? Denunciar los susodichos delitos, ¿Es esto "Despreciar" a sus autores, según Saumade? Otra tontería: los inmigrantes españoles o italianos habrían, ellos también, sido "despreciados", excluidos como se dice. Entonces ¿Por qué han tenido éxito en la integración y los magrebís fracasaron? Esta mentira es machaconamente repetida en todo los medios.

    Hace falta restaurar la verdad: los inmigrantes de otros países de Europa no han tenido jamás dificultades de integración porque no eligieron voluntariamente una actitud antisocial o de conflicto étnico, como hacen las nuevas generaciones de inmigrantes magrebís. Por otro lado, los Magrebís constituirían un desgraciado "subproletariado" según los numerosos análisis del diario Le Monde, este órgano de propaganda que tuvo éxito luego de cuarenta años de hacerse pasar por un órgano de información. Las cifras contradicen estas afirmaciones: el 90 % de la gente que vive en la calle, de los sin techo, son europeos según las estadísticas del Secours catholique y de l'Armée du Salut. Son éstos los que son víctimas de un verídico "racismo social" no los inmigrantes.

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    La política consecuente ha sido siempre el de practicar una relativa impunidad hacia los descontrolados magrebís, de recompensarlos de alguna forma y practicando costosas políticas de inserción que terminan de hecho reconfortando a los jefes de banda locales, quienes se sienten más incentivados aún hacia la delincuencia.

    Hace falta dar la vuelta a todas las afirmaciones: no solamente la integración a través de un contrato social "republicano" avalado por la legalidad del Estado de derecho es una contradicción en sí misma, por razones ideológicas, sino que incluso los diferentes intereses no son capaces de facilitar esta integración socio-económica, a pesar de las ayudas y los numerosos favores. Ellos se saben globalmente incapaces de una prosperidad social basado en el mérito, la competitividad o basado en el esfuerzo en la sociedad. Su sola escapatoria es entonces la de la delincuencia pensada como enfrentamiento étnico. La sed de integración de los jóvenes beurs según la fórmula de Le Monde es una leyenda.

    Añadamos que se sienten perfectamente integrados en su contracultura y su contra-sociedad hostil en expansión. Éstos últimos son una mezcla de economía criminal, de acoso hacia todo representante o símbolo de la cosa pública, de rap violento, de raï y de una mezcla de referencias de emblemas afro-americanos de ghettos y de la cultura araboislámica expansiva.

    Se encuentran dos actitudes: aquella de los negros beurs de los suburbios que, como en los Estados Unidos, vienen a beneficiarse del sistema económico sin participar en el sistema social, deseando el mantenimiento de sus ghettos y de sus zonas de no-derecho como bases de retaguardia en extensión continua, de manera que pueden recurrir a parcelas territoriales de tipo neofeudal; y la actitud de las élites musulmanas cínicas y lúcidas que, lejos de integrarse en la República, desean todos simplemente islamizar Francia y se felicitan por la criminalidad de los "jóvenes".  

    Se alegran por dos razones: primero porque repiten el argumento (totalmente falaz) siguiente:" Dejen al islam instalarse y así la criminalidad de nuestros jóvenes cesará porque los tendremos en nuestras manos" La segunda razón que consiste un poco en jugar con el fuego y que se puede volver en su contra, es la de que las coacciones y exigencias de los inmigrantes asustan a los autóctonos y las autoridades, que ceden al miedo y rehuyen el enfrentamiento, entregando sin cesar nuevas facilidades a sus comunidades. En realidad, los intereses y las posiciones de los jóvenes afro-magrebís y de las élites musulmanas presentes sobre el territorio como "quinta colonia" se articulan muy bien entre si, sin necesidad de concertación.

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    Respecto del mito del paro y de la miseria económica de los inmigrantes, se pronuncian lapsus de interés.

    Jean-Émile Vié, antiguo prefecto regional, consejero principal honorario para el Tribunal de Cuentas, escribió en un artículo del Figaro (5/03/1999) titulado Una inseguridad insoportable: "Hoy, hace falta actuar con urgencia para evitar la constitución de milicias privadas y, al final, la guerra civil". Aunque audaz, se esfuerza en permanecer políticamente correcto. Él atribuye una de las principales causes de esta subcriminalidad al paro. No obstante, destruye su propio argumento añadiendo: " Nuestro país ha conocido, sin embargo, antes de la guerra una crisis económica grave, que no arrastró un incremento espectacular de la inseguridad, del mismo modo que durante esa época el paro carecía de indemnizaciones". Es cierto que yendo un poco más lejos, reconoce igualmente: "Pero otras causas son voluntariamente ignoradas o subestimadas. Este es el caso de la inmigración descontrolada. Esto no demuestra el racismo, sino que sirve para constatar que el paro y la delincuencia son más acentuados en el caso de los inmigrantes".  

    En realidad el paro no es en absoluto la causa de la subdelincuencia de los inmigrantes, y mucho menos lo es su supuesta precariedad económica. Las causas étnicas son ocultadas por el sistema.

  • EL MITO DE LA CONTRIBUCIÓN Y DE LA INSERCIÓN SOCIO-ECONÓMICA DE LOS INMIGRANTES. La Colonización de Europa

    La prensa de gran tirada repite todos los años los mismos temas: el dolor de espalda, el salario de las plantillas, las nuevas recetas para adelgazar, etc. Después de algún tiempo, se percibe otro tema recurrente : " los inmigrantes exitosos". Partiendo de casos individuales, se trata de demostrar al público que la idea según la cual los Africanos o los Magrebís de origen no prosperan económicamente, de que no aportan valor añadido a la economía nacional, de que no alcanzan un nivel profesional de creaciones de riqueza significativa, de que cuestan más a la economía nacional de lo que aportan, no es más que una falsedad evidente, un vil prejuicio popular, un contrasentido económico. Se trata de persuadirnos de que 1) que la inserción es un éxito; 2) que los inmigrantes en cuestión son un factor de riqueza, de prosperidad y de imaginación para la comunidad nacional, en la gran competencia de libre intercambio mundial a la cual se ha convertido la izquierda. En pocas palabras, que los inmigrantes -sobre todo africanos y magrebís participan plenamente en la economía nacional (y europea).

    Los medios intentan por tanto hallar -laboriosamente- los ejemplos individuales de inserción económica exitosa, y luego, con un optimismo forzado y conmovedor, generalizarlos y declararlos posibles para todo el mundo.

    Por tanto, los casos elegidos recurren a la indigencia- a pesar del ardor militante de los periodistas. Le Nouvel Observateur (29/04-5/05/1999) consagra un largo reportaje al caso de Belhadj Djahafi, repartidor de pliegues y paquetes enrollados en París, en una pequeña empresa creada por Samir Zemmouchi, el inventor del Tour de Francia en patines sobre ruedas. Por otro lado, uno queda impresionado ante los jóvenes descendientes de la inmigración que tienen éxito al convertirse en vendedores de coches, de ordenadores, siendo maquetistas, Dj´s de Rap en discotecas, aficionados al fútbol, gerentes de discotecas, hosteleros, etc.

    Dicho de otro modo: que tengan éxito en las pequeñas profesiones, pues muy bien. ¿Pero donde se hallan en la investigación científica, en la industria punta, en la medicina, la aeronáutica, la informática? Se desconoce ¿Se debe esto al racismo o a la exclusión? Veamos...  

    En realidad, haría falta preguntarse -pero que ninguna estadística se atreverá a plantear- cuál es la proporción respectiva de jóvenes afromagrebís que tienen éxito en la economía sumergida y criminal y aquellos que tienen éxito en la economía legal. 

    Por otro lado, en su propio país de origen ¡se percibe el mismo fenómeno! En el Magreb y en la África negra, los raros sectores de la economía basada en tecnología avanzada son llevadas a cabo por plantillas europeas, americanas o asiáticas. Los autóctonos ejercen raramente de "profesionales punteros". Esto es una evidencia incontestable, que nadie se atreve a destacar ni aún menos explicar. 

    La razón desde mi punto de vista es bastante simple. Las culturas árabes o africanas han sido expulsados contra sus deseos de la civilización tecno-industrial. Sólo una minoría de tales individuos llegan a ejercer allí algún rol dirigente, de élite o creativa. En los Estados Unidos, según el sociólogo chino-americano Lin Tan Lee: " la burguesía negra es de proporción restringida en su comunidad en relación a aquella de los otros grupos étnicos y los negros que ejercen profesiones de elevado valor añadido y de elevada tecnología es más factible por relación con otros grupos étnicos, sobre todo los asiáticos, y esto a pesar de las numerosas medidas de discriminación positiva en las universidades. No se puede tratar entonces de discriminación racial " (Communities and Work Achevement in the USA, in Journal of Social Sciences, Chicago, agosto 1996).

    El autor del artículo hace la misma observación a propósito de Brésil. Enfatiza igualmente que en los USA, la mayoría de los negros que ostentan posiciones profesionales de élite (salvo en la industria del espectáculo y del ocio) son de hecho mulatos. La misma cosa se percibe siempre en África del Sur, a pesar de la "discriminación positiva" forzosa del gobierno negro, que se ha comprobado -y que nadie se atreve a decir- un fracaso completo.

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    Totalmente contradictorio consigo mismo, el sistema tiene un discurso doble: "¡Veis, los inmigrantes tienen éxito, se insertan bien!". Y luego, al mismo tiempo, reconocen el fracaso de esta inserción y de este "éxito", salvo en casos minoritarios, y constatan que los inmigrantes no ocupan más que poco, en la economía, los puestos punteros de gran valor añadido y se decantan profesionalmente hacia los sectores de la economía criminal, o de la economía sumergida, la ideología dominante alaba las medidas profesionales de discriminación positiva. 

    Y de hecho, a pesar de las matriculaciones forzosas, los subsidios y las preferencias profesionales numerosas de las cuales se benefician, los inmigrantes consiguen malamente ascender a los puestos de la jerarquía profesional o acceder a las profesiones especializadas. La explicación-cliché del racismo y de la discriminación no se sostiene. ¿Y es que cómo explicar entonces que los asiáticos mismos tienen éxito y contribuyen al valor añadido de la economía avanzada? La explicación social no se sostiene, y es que ¿Por qué, durante todo el siglo XIX y XX, de numeroso auge de las clases pobres, los franceses, italianos, españoles portugueses, han podido acceder al éxito profesional o a los puestos más especializados? Respecto de los millones de afro-magrebís que cuentan hoy en Francia, apenas cien mil pueden acceder a las situaciones de "prescripción socio-económica". La inmensa mayoría se divide entre situaciones de requerible asistencia social, subsidios por paro y en la economía sumergida.

    Aún así, en las empresas se percibe evidentemente una progresión de personal descendientes de la inmigración. Su único dominio laboral no es técnico ni dirigente, es comercial y concierne a las personas de origen magrebí, que se adaptan bien a las técnicas de sondeo, marketing y venta inmediata. Pero todo esto evidencia una integración muy parcial.

    Sin ser satisfactorio para Calixta Beyala, ardiente militante por la integración económica y mediática de los alógenos, posible gracias a su imposición de cuotas (reivindicación de su Collectif Égalités) el racismo no es la causa. La lógica capitalista ordena contratar a los mejores para que ganen más. El origen étnico no tiene importancia alguna.

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    Hace falta comprender por otra parte que, contrariamente a los inconsistentes análisis neogauchistas, la revuelta social de los jóvenes inmigrantes no tienen nada que ver con las revueltas proletarias de antaño. Los proletarios europeos, en sus luchas sociales, tomaron parte contra la explotación de clase y el individualismo burgués. Los jóvenes inmigrantes no se rebelan contra el sistema económico. Al contrario, ellos quieren beneficiarse de él sin esfuerzo. Su combate es étnico pero no social ni revolucionario. Su parasitismo es opuesto a la anterior conciencia de clase del proletario europeo.

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    Existe otra causa sociológica de esta situación: una gran proporción de los jóvenes inmigrantes rechazan simplemente la integración económica y los cauces "legales" de la ascensión social. Se sienten en ruptura y pretenden beneficiarse, por vías inmediatas y paralelas, de atajos, de corto-circuitos en todas las ventajas de la sociedad de consumo. La circulación de las élites sólo es posible en una sociedad étnicamente homogénea. Contrariamente a los sueños de los políticos y de los pensadores de izquierda, no tienen ninguna intención de presentar solicitudes al ENA (Escuela Nacional de Administración) o del HEC (Alta escuela de estudios empresariales), y ningún deseo de ajustarse a las largas formaciones profesionales. Su estrategia es la de imponerse "contra" y no "por", cualesquiera que sean sus capacidades intelectuales. Buscan un éxito exógeno y no endógeno. Esta ruptura cultural no es sostenible.   

    La integración socioeconómica armoniosa de masas de magrebís y de africanos a la sociedad europea es imposible. Para persistir en querer realizarlo forzosamente, a pesar de todos los ejemplos históricos y geográficos, se hará evidente sólo por medio del odio, de las frustraciones y del desastre social. Errare humanum est ac perserverare diabolicum. ("El error es humano, pero perseverar en él es diabólico").

    Los hechos son duros de asumir, pero son los hechos. La aportación objetiva de las "comunidades" magrebíes y africanas al valor añadido de la economía y de las actividades sociales es mucho más débil que su coste objetivo. ¿Cuál es la solución? No existe en el estado presente del sistema. En matemáticas, se sabe que existe ecuaciones sin solución. Hace falta cambiar de ecuación y pensar nuestro futuro como aquel de un conjunto fractal.